De amor y ópera

Domingo de Pascua de 2020, Andrea Bocelli y un pianista en el gran Duomo de Milán. El resto, desierto ¿quién podía imaginar algo cómo esto?
Llega un mensaje de whatsapp con la imagen del tenor en un televisor. Había comenzado su Concierto por la Esperanza.

—¿Lo estás viendo?
—Claro, y lloro…

—Te paso el programa en caso que desees cantar con él. Lo que canta ahora está montado sobre el Intermezzo de Cavalleria Rusticana.

—Me gusta más la próxima de Rossini. Cavalleria Rusticana nunca me ha gustado. Demasiado triste la historia de Lola, mi tocaya.
—¿De María Dolores? No entendí Lolita.

—Lola, así se llama la de Cavalleria Rusticana ¿viste las calles de París desiertas? ¡qué bello! Magnífico… tan desolador y triste a la vez ¡lloro!
—Ah, sí. Aunque Lola es la infiel. Quien sufre es Santuzza.

— Lola es el centro de todo. Se casa con otro, su amor llega de vuelta y al ver que ella lo ha dejado, se enreda con otra. Muerta de celos, se acuesta con él. Santuzza es solo una circunstancia ¿lo ves? Por eso es que no me gusta esa ópera ¡el verdadero drama es el amor truncado! Entre Bocelli y recordando esa ópera muero hoy en esta Pascua desierta. 
—Un drama romántico.

—Es el amor truncado, aquel que sabes que era, pero no fue y no será. El amor es un intangible. Se cree que se tiene y la verdad es que no se tiene nada ¡no se puede tener! 
—Naciste en el siglo equivocado, Lolita (risas).

—Si uno no se aquieta, se enfoca en el presente, en el aquí y el ahora, se pasa la vida en un baile entre la añoranza y el sufrimiento preguntándote si es mejor la posibilidad que vives, o si sería mejor flotar en la añoranza del sueño inalcanzable sobre aquel amor perfecto. Solo después de muchos finales y comienzos, mucha terapia y meditación llega ese si, calmado, solemne y entonces piensas en Lola…¡y por eso es que no me gusta esa ópera!

—Eso que dices es lo que algunos llaman amor platónico.

—Pues si. Lo son los grandes amores, los que llamamos “verdaderos” pero que nunca fueron y que por definición no serán jamás. Ese amor soñado, rico, que casi duele es siempre platónico. Si lo tienes sufres perderlo. Si ya no, entonces sufres su ausencia y cuando no lo has tenido lo sueñas.

—No siempre pasas la vida sufriendo si piensas en ellos. En especial, si los recreas y piensas como hubiera sido lo que no fue ¡idealizar también puede ser una experiencia fascinante!
Y muy falsa también.

A esta altura de la conversación, Bocelli había terminado.

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