La producción de Barrie Kosky de Orpheus de Monteverdi en la Komische Oper de Berlín 2013

Mis primeras óperas de Monteverdi fueron siempre en Caracas y con la profesora Isabel Palacios. En el estreno del L’Orfeo de Claudio Monteverdi en 1989 a cargo de la Camerata Barroca de Caracas en el Teatro Nacional, me impresionó mucho el Caronte interpretado por el bajo Iván García. Posteriormente el Orfeo se repuso en 2007 y 2008. Para la reinauguración del Teatro Municipal, en agosto de 1998, la Compañía Nacional de Ópera seleccionó La Coronación de Popea. Isabel Palacios la dirigió a la usanza antigua tocando desde el clavecín. En estas representaciones, el pianista José Vaisman cantó el rol de Arnalta; al no ser para hombre, sino para mujer con voz de mezzo, resaltó este personaje con tal gracia, que hizo una recreación del papel única Como Nerón, el tenor Alain Damas y en el papel de Séneca, el bajo Iván García.

En el teatro Teresa Carreño, en 1993, José Ignacio Cabrujas dirigió el Orfeo y Euridice de C.W. Gluck, con la actuación de la profesora Isabel Palacios. En esa oportunidad la crítica resalto, entre otras cosas, su vestimenta negra a lo Lord Byron.

Estos antecedentes justifican entonces mi entusiasmo al ver en la televisión pública estadounidense (Canal All Arts) la versión de la Ópera Cómica de Berlín de 2013. Tanto escénica, actoral y vocalmente la disfruté mucho. Se anexan extractos de las críticas musicales. En internet se pueden ver trailers y también hay CD de la producción.

Dan Wang, escribió el 23 de septiembre 2013:

» Por lo general, no encuentro mucho de qué emocionarme en las puestas en escena de ópera destinadas a revisar el género, para darle la reanimación que aparentemente necesita. … En definitiva, no se traducen en ningún tipo de sentimiento en el teatro, nada más allá o equivalente a lo que la propia ópera es capaz de hacer.

Pero me encantó y paralizó la producción de Barrie Kosky de Orpheus de Monteverdi en la Komische Oper de Berlín, que se inauguró el año pasado y está disfrutando de una nueva carrera esta temporada, dirigida por André de Ridder. Sobre el papel, puede no parecer diferente de muchas otras producciones. Hay una musa travesti, un escenario que sobresale más allá del foso de la orquesta, instrumentos modernos, una buena dosis de desnudez y un final no canónico. Sin embargo, a diferencia de muchas otras producciones, Orpheus funciona porque se las arregla para transformar esos elementos en montones de alegría.

La única decisión sobre la que tengo dudas es la de utilizar un acordeón como instrumento de continuo. Los instrumentos continuos tienden a traicionar la edad de una obra, y puedo entender el deseo de actualizar los rasguños reveladores del período barroco a algo un poco menos “período”.
Sin embargo, aquí hay problemas tanto con el sonido como con el estilo. El acordeón suena fuerte, y no se desvanece como lo hace un clavicémbalo o un instrumento de cuerda; le cuesta mucho más tocar el acorde y luego retroceder para darle espacio al cantante. Simplemente no cumple tan bien la función de continuo.

Dado que, por convención, se requiere un músico de continuo para improvisar y embellecer las armonías en reposo, el acordeonista también se entrega a una serie de modismos musicales, muchos de ellos obviamente posteriores a la época de Monteverdi (la chanson francesa es naturalmente preeminente). Pero esto es jugar rápido y suelto con el marcador. El hecho de que los adornos estén en su mayor parte sin anotaciones no significa que pueda usar cualquier modismo que desee; la expectativa es, obviamente, que los músicos de continuo improvisen en formas que son nativas de los instrumentos originales. El problema con la producción actual de Orpheus es que gran parte de ella no suena como Orpheus en absoluto. Lo cual está bien, siempre y cuando sus creadores se den cuenta de que la exención de los modismos y texturas del siglo XVII conlleva pérdidas, como cierta aridez y nobleza del sonido. Estos son valores positivos en la música de Monteverdi, no solo hábitos anticuados que hay que dejar de lado.

Fuera del pozo, la locura de este Orfeo se vuelve mucho más convincente y encantadora. Claro, la mayoría de nosotros ya hemos visto desnudos en un escenario de ópera, pero ¿alguna vez ha sido tan alegre como esto? Aquí no hay una profunda vergüenza sexual, sino más bien un grupo de jóvenes atractivos, retozando por el escenario y por la sala sin nada. Se siente como una reprimenda del pesimismo sexual de la ópera y el catolicismo profundo, incluso cuando es divertido de mirar, al igual que los muchos otros cuerpos, vestidos y desnudos de diversas maneras, que brincan, sudan y cantan en la plataforma que se extiende casi a la mitad del camino del patio de butacas. Es un recordatorio de que debes usar todos tus sentidos, casi como si pudieras respirar una ópera o sentir su cuerpo contra el tuyo. En un resurgimiento de la primera obra importante de la ópera, el recordatorio se siente crítico.

No creo que a un cantante de ópera se le haya pedido nunca que baile tanto como a Dominik Köninger, que interpreta el papel principal; las exigencias que se le imponen son mucho más cercanas a las del teatro musical. Funciona porque, cuando Orfeo suplica a los cielos, vemos el cuerpo de Köninger brillando de sudor, su pecho todavía palpitante. La inmediatez física de estos cantantes atraviesa el artificio de la ópera, la distancia que a menudo crea y explota entre expresión y acción. Sin embargo, esta distancia también se tematiza en esta producción en la figura del titiritero, quien bellamente, en su persona, transmite la separación de voz, cuerpo y figura necesaria para crear la ilusión de la ópera. Orfeo, al final, logra ser mucho más que una gran noche con Monteverdi; también reconoce conmovedoramente los placeres, tanto altos como bajos, que han sido parte del atractivo de la ópera desde el principio.”

La trilogía de Monteverdi: L’Orfeo, Ulisse, Poppea

» Barrie Kosky inauguró su mandato en la Komische Oper en 2013 con una actuación maratónica de L’Orfeo, Il ritorno d’Ulisse en Patria y L’Incoronazione di Poppea vistos consecutivamente…Fue toda una declaración de apertura. Uniendo estas distintas puestas en escena se encuentra la figura de Amor, personaje común a las tres producciones (una elección dramatúrgica que se apartó de Monteverdi, ya que suponía cambiar La Música de L’Orfeo).

El trío no solo presenta nuevas puestas en escena del propio Kosky, sino también nuevas orquestaciones creativas y en gran medida exitosas de la compositora uzbeka-australiana Elena Kats-Chernin. A pesar de las ágiles nuevas traducciones de Susanne Felicitas Wolf (junto con Ulrich Lenz para Ulisse), estas obras fundamentales adolecen de ser presentadas en alemán.

L’Orfeo es el grupo más exuberante y agradable para el público, comenzando con una nota enérgica con una producción brillante y maravillosa que contó con un grupo de extras semidesnudos que bailaron a lo largo de la extensión que rodea el foso de la orquesta. Kosky sitúa el trabajo en un bosque verde parecido a una jungla, lleno (a veces un poco demasiado ocupado) de seres y animales míticos. Kats-Chernin equipa el continuo con un acordeón, un bandoneón (un tipo de concertina popular en Argentina), un cimbalom (un dulcimer martillado usado en Europa del Este y Grecia) y un djoze (un instrumento iraquí de cuatro cuerdas). Juntos, a menudo le dan a la música un paso propulsor, inspirado en el jazz y Klezmer. La mayor parte de esto es bienvenida, aunque el acordeón que distrae obliggato al lamento de Orfeo está mal juzgado.”

Komische Oper Berlin

La inauguración de la Ópera Cómica de Berlín se remonta al año 1947, cuando el director austriaco Walter Felsenstein abrió la temporada con la opereta de Johann Strauß’ «Die Fledermaus» —El Murciélago—, inaugurando así una nueva era en el teatro musical.

Felsenstein permaneció como director artístico y jefe de la casa hasta su muerte en 1975, y muchas de las decisiones básicas que él tomó impregnan todavía hoy el perfil de la Ópera Cómica. Por ejemplo, para asegurar una comprensión directa, muchas representaciones que se llevan a escena son en lengua alemana: una particularidad sin precedentes en el ámbito internacional de la ópera. Además, se ofrecen subtítulos en alemán, inglés, francés y turco en una moderna pantalla junto a las butacas.

El repertorio de la Ópera Cómica abarca un amplio espectro, desde óperas del s. XVIII, pasando por piezas clave de nuestra época hasta estrenos. A partir de la temporada 2012|13, Barrie Kosky es el jefe y director artístico de la casa, Henrik Nánási es el director-jefe de orquesta. La Ópera Cómica, nombrada «ópera del año» en 2007 por la revista «Opernwelt», ha conseguido, gracias a su concepto de un teatro musical vivo, que valora música y puesta en escena a partes iguales, traer a largo plazo a numerosos directores como Calixto Bieito o Hans Neuenfels.

Desde 1966 hasta 2004, la Ópera Cómica de Berlín disponía de su propio grupo de ballet. La sala neobarroca, con un aforo de 1190 espectadores, permaneció prácticamente intacta a pesar de los serios daños que sufrió el edificio –construido en 1882–, durante la Segunda Guerra Mundial y forma parte del patrimonio histórico. La zona de entrada, sin embargo, quedó completamente destruida. A mediados de los años 60, se llevó a cabo una amplia reforma, a cargo del arquitecto Kunz Nierade, tras la cual recibió su aspecto actual.

Instrumentos de la orquesta, Vientos madera (I): Oboe y Corno inglés

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Dos vientos madera y su ubicación en la orquesta sinfónica

Trataremos sobre dos instrumentos de la familia vientos madera cuyo sonido podemos confundir  si bien los reconocemos en los videos por sus boquillas, su ubicación en la orquesta, y el periodo musical de la obra que escuchamos. 

Una breve descripción y un repertorio fácil de ubicar en YouTube y a escuchar  atentamente varias veces logrará que alcancemos la total identificación auditiva.

El oboe

Tres oboes: tradicional, barroco y moderno. Puede apreciarse la evolución y el desarrollo de las llaves, así como la madera y la forma del taladro, la campana y la lengüeta.

La palabra oboe llegó al castellano a través del nombre que el instrumento recibe en otros países;  en Francia se llama “hautbois” y en Alemania “Hoboe”. Los antepasados del oboe son el aulos de los griegos y la gaita.

El oboe entra en la orquesta sinfónica a mediados del siglo XVII.

Habitualmente se fabrica en madera, para crear un sonido de textura muy especial. Su timbre es a la vez claro, coloreado, “hueco” y cálido.Ágil y preciso, permite efectos virtuosos, siempre expresivo.

El oboe está afinado en Do; por tanto, no es un instrumento transpositor como el corno inglés y tiene un registro entre mezzo-soprano y soprano. Las orquestas suelen afinar escuchando al oboe tocar el tono de concierto: un La 3 a 440 herzios (es el la que se encuentra por encima del Do central del piano, vibrando unas 440 veces por segundo o, lo que es lo mismo, a 440 Hz). 

La razón de afinar empleando el oboe, es que, de entre todos los instrumentos de la orquesta, sin contar el piano, es el que posee un tono más estable, permaneciendo constante a pesar de los cambios en la temperatura o la humedad. Además, en comparación con muchos otros instrumentos, al dejar de tocarse durante mucho tiempo, es el que menos se desafina.

La tesitura del oboe está comprendida entre el Si bemol 2 grave y el Sol 5 sobreagudo. El Si bemol grave es el límite absoluto. En el registro sobreagudo el Sol puede ser sobrepasado en algunos semitonos, pero estas notas resultan comprometidas para un oboísta de fuerza media. Para tocar en este registro, al oboe se le ha añadido una tercera llave de octava, pero incluso así resulta pesado y difícil. Los maestros clásicos evitaron escribir por encima del Fa natural sobreagudo, como puede escucharse en el Cuarteto para oboe y cuerdas de Mozart. El mejor registro del oboe está comprendido entre el La3 y el Re5, registro en el cual el oboe es un instrumento de inestimable valor para la interpretación de melodías, siendo un símbolo de pureza e ingenuidad cuando se trata de describir caracteres humanos. ​

El oboe es ante todo un instrumento melódico; tiene un carácter agreste, lleno de ternura, incluso de timidez. Los sonidos del oboe son adecuados para expresar el candor, la ingenua gracia, el dulce gozo, o el dolor de un alma en pena. Los transmite de manera admirable en los pasajes cantabile.

El sonido del oboe se distingue del de los demás instrumentos por ser más gangoso y nasal; también como acre, penetrante, áspero, cortante, ronco y aterciopelado. Este, junto al fagot y el corno inglés, forma un grupo muy homogéneo, que representa las cualidades más obvias de la doble lengüeta que los distinguen de otros instrumentos. El oboe sería la voz soprano; el fagot, el bajo, y el corno inglés, el tenor, y, aunque no se emplee mucho en las orquestas, el oboe de amor, el contralto. ​

El cuidado de la embocadura en el oboe merece mayor atención que en los demás instrumentos. El sonido del oboe, si es mal tocado, puede ser muy desagradable, agrio e ingrato, como ocurre con los estudiantes al principio, razón de peso que puede inducir al abandono del estudio del mismo. Pero un oboísta avanzado puede producir un timbre rico, cálido y hermoso.

 En contraposición a lo anterior, Gustav Mahler, para obtener una sonoridad más estridente, disponía los oboes y clarinetes de tal manera que sus campanas apuntasen directamente hacia el público. Este efecto es indicado en la partitura de su Sinfonía No. 8 (en alemán Schalltrichter auf). Por otro lado, el llamado efecto sordina, que consigue un sonido más apagado, se logra introduciendo un pañuelo en el pabellón del instrumento.

Antes de tocarlo, el  oboista humedece cuidadosamente la lengüeta doble con su saliva, si no lo hiciera, el instrumento no sonaría.

Preparando la lengüeta y humedeciéndola antes de tocar


La gama de recursos expresivos del oboe es muy extensa, siendo algunas de sus principales características la ingenuidad, la gracia y la elegancia, aunque lo patético no le es extraño; el oboe es el principal instrumento para interpretar obras con sentimientos «rústicos», por ejemplo, la Sinfonía No.  6 «Pastoral» de Beethoven.

También expresa el duelo, como en la Marcha fúnebre de la Sinfonía No. 3 Heroica  de Beethoven, el espanto y la desesperación, como en la “Carrera al abismo“ de la Condenación de Fausto de Héctor Berlioz, así como sabe cantar las más delicadas frases de amor, como en Romeo y Julieta de Berlioz, en el Concierto para violín de Brahms, en el solo del movimiento lento de Pélleas et Mélisande de Debussy; en Pedro y el lobo de Prokofiev, donde el oboe interpreta la voz del torpe pato o en la Sinfonía fantástica de Berlioz en la escena de los campos.

El corno inglés

Este instrumento es algo mayor que el oboe, por lo que su sonido corresponde a una quinta inferior, es decir, los sonidos reales escuchados correponden a una quinta más baja del que vemos escrito en la partitura. Expresa ternura, melancolía, agonía, nostalgia,

Fue utilizado por J. S. Bach bajo el nombre de “oboe de Caccia” (oboe de caza) y entra en la orquesta hacia 1750.Su nombre viene dado por el hecho de que en su origen, existía un modelo en forma de codo o “anglé” (angular) destinado a ser tocado a caballo y cuyo nombre por deformación ortográfica se convierte en “anglais· (inglés).

El apelativo anglais o anglois (‘inglés’) sería una deformación de anglé (angulado, curvado). En todos los idiomas se perpetúa esa confusión.  El ejecutante de este instrumento se llama normalmente el cornista, aunque también admite una forma correcta, pero menos usada, el anglocornista.

Derivado del oboe, por su construcción tiene doble lengüeta y tubo ligeramente cónico.Su campana con forma de pera le da un timbre un tanto más nasal y cubierto que el del oboe. Su cualidad de tono está más cercana a la del oboe d’amore. Si el oboe es el instrumento soprano de la familia, el corno inglés es considerado el contralto, mientras que el oboe d’amore es el mezzosoprano.

El corno inglés es un instrumento muy similar al oboe aunque de sonido aún más nasal. Alguna diferencia con respecto al oboe, es la forma de la campana, la cual es más bulbosa. Además, la boquilla va única al instrumento por un tubo de metal. Tanto el oboe como el corno inglés leen en clave de Sol.

Suena una quinta justa debajo del oboe. Es un instrumento transpositor: lo que suena no es lo mismo que lo que está escrito.Se dice que «está en Fa»: es decir, que cuando el ejecutante (generalmente un oboísta) oprime la combinación de teclas que en un oboe produciría un Do3, en el corno inglés produce un Fa2. Esto es: el corno inglés suena una quinta justa más grave que lo que está escrito. Un ejemplo de otro instrumento afinado en Fa es la trompa, comúnmente denominada corno francés.

El corno inglés está afinado a una quinta justa por debajo del oboe.Su extensión va desde el Mi3 hasta el Si bemol 5 (dos octavas y media); aunque, según la orquestación de Ravel de Cuadros de una exposición de Músorgski, debería llegar al Mi bemol grave.

Se considera que el corno inglés tiene un timbre más meloso y plañidero que el oboe. Su apariencia difiere de la del oboe en que la lengüeta está adherida a un tubo de metal ligeramente curvado, llamado bocal, y que la campana tiene forma bulbosa.

Era muy poco usado antes del romanticismo, pero luego fue un instrumento común en la orquesta. Sin embargo, es raro en la música de cámara, donde es reemplazado por la trompeta o el fagot. En las bandas sonoras de las películas de cine, el corno inglés aparece tanto o más que el oboe, debido a su timbre más «redondo»u oscuro. .

El corno ingles es  muy apreciado como instrumento solista por su sonido más sombrío y profundo que el del oboe. Debido a esto y a su tamaño, no es tan ágil como el oboe. Debido a que las posiciones son muy parecidas a las del oboe, no es muy difícil para un oboísta hacerse cargo del corno inglés. De hecho, en las composiciones orquestales se suele dejar la interpretación del corno inglés al tercer oboe. 

Todas las referencias han sido adaptadas de internet.


Repertorio para oboe

Ennio Morricone. Gabriel´s oboe, tema principal de la película La Misión.

Wolfgang Amadeus Mozart. Concerto para oboe, K. 314 Cuarteto con oboe, K. 370.

F. Poulenc. Fragmento de la Sonata para Oboe y Piano

Rimsky Korsakov. Solo de oboe: Tema de Sherezade.

Antonio Vivaldi. Doce conciertos, Opus 7 (diez son para violín, dos para oboe).

Tomaso Albinoni12 Concerti a cinque. 

George Frideric Handel. Sinfonía El arribo de la reina de Saba. Conciertos y sonatas para oboe; Sonata para oboe en do menor (HWV 366).

Johann Sebastian Bach.Conciertos de Brandemburgo 1 y 2, Concierto para violín y oboe.

Georg Philipp Telemann. Conciertos y sonatas para oboe.

Alessandro Marcello. Concierto en re menor.

Robert Schumann.Tres romanzas para oboe (o violín) y piano.

Richard Strauss. Concierto para oboe.

Camille Saint-SaënsSonata para oboe y piano, Op. 166. 

Benjamin Britten. Seis metamorfosis de OvidioVariaciones temporalesTwo Insect Pieces.

Carl Nielsen. Dos fantasías para oboe y piano.

Ralph Vaughan Williams. Concierto para oboe y cuerdas. Diez canciones de Blake, para oboe y tenor.

Witold Lutoslawski. Doble concierto para oboe y arpa.

Paul Hindemith. Sonata para oboe y piano.

Ígor StravinskyPastorale (transcrita en 1933 para violín (oboe) y cuarteto de viento).

Repertorio para corno inglés

Robert Schumann. Manfred. 

Emmanuel Chabrier. Lamento for English horn and orchestra. 

Gaetano Donizetti. Concertino in G major.

Arthur Honegger. Concerto da camera, for flute, English horn & string orchestra.

Walter Piston, Fantasy for English horn, harp and string orchestra.

Ermanno Wolf-Ferrari. Concertino in A-flat, op. 34. 

Joseph Haydn. Sinfonía Nº 22 (El filósofo).

Richard Wagner. Tristan und Isolde (acto 3, escena 1).

Piotr Ilich Chaikovski. Romeo y Julieta (tema de amor, exposición); Capricho italiano.

Antonín Dvořák. Sinfonía Nº 9 del Nuevo Mundo.

César Franck. Sinfonía en Re menor (segundo movimiento).

Gioacchino Rossini.Obertura de William Tell.

Hector Berlioz. Obertura del Carnaval Romano.

Dmitri Shostakóvich. Sinfonía Nº 11 (cuarto movimiento) y la Sinfonía Nº 8 (primer movimiento).

Jean Sibelius. El cisne de Tuonela (de las Leyendas de Lemminkäinen).

Maurice Ravel. Concierto para piano en sol. Bolero, solo de corno inglés.

Joaquín Rodrigo. Concierto de Aranjuez (segundo movimiento).

Igor Stravinsk.Danza del pájaro de fuego. Aaron Copland. Quiet City (ciudad tranquila).